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lunes, 2 de mayo de 2011

Streptococcus aureus

El Staphylococcus aureus es una bacteria que debe su nombre a su tendencia a agruparse formando racimos (en griego, Staphylé quiere decir racimo), a su forma esférica (denominamos "cocos" a las bacterias de forma esférica) y al color amarillo dorado que, a veces, tienen sus colonias cuando se le cultiva. son las iniciales de Staphylococcus aureus resistente a la meticilina.

El Staphylococcus aureus tiene como principal reservorio en la naturaleza al ser humano. Se encuentra frecuentemente colonizando diversos lugares de la superficie externa de nuestro organismo; principalmente la piel y la mucosa de las fosas nasales, pero también puede hallarse en los cabellos, las uñas, etc.

La mayoría de las personas que lo tienen son portadores sanos de este microorganismo, y la difusión de esta bacteria de una persona a otra puede hacerse por diferentes mecanismos, como el contacto directo (frecuentemente a través de las manos) o por objetos contaminados (ropas, por ejemplo).

En otras ocasiones, el estafilococo puede penetrar en nuestro organismo y ocasionar infecciones. Esto se ve favorecido por ciertas alteraciones de los mecanismos de defensa de la persona y por interrupciones en la continuidad de la piel (como sucede por ejemplo, cuando hay heridas o cuando se insertan catéteres).

A partir de la década de los cuarenta, el tratamiento de las infecciones producidas por el Staphylococcus aureus se hizo con penicilina G. Pero desde entonces se han hecho cada vez más frecuentes unas cepas (variedades de la bacteria) que son resistentes a la penicilina, ya que son capaces de producir una enzima (betalactamasa) que la degrada, haciéndola inactiva. En la actualidad, los Staphylococcus aureus resistentes a la penicilina predominan en casi todo el mundo, y por ello, este medicamento ya casi no se usa para tratar sus infecciones.

Poco después de comenzarse a utilizar la penicilina se introdujeron otros antibióticos similares a ella, pero que eran capaces de resistir la acción de las betalactamasas del estafilococo, y que por tanto eran eficaces en el tratamiento de las infecciones producidas por Staphylococcus aureus resistentes a la penicilina. Uno de ellos es la meticilina.

Pero desafortunadamente, han aparecido cepas también resistentes a la meticilina; y éstas son las que conocemos como SARM. Estas cepas, además de a la penicilina y a la meticilina, suelen ser resistentes a muchos otros antibióticos. Para el tratamiento de sus infecciones se dispone aún de algunos antibióticos efectivos (no muchos), pero suelen tener que administrarse por vía intravenosa y no suelen ser tan inocuos como la penicilina.

Las infecciones por SARM suceden más frecuentemente en pacientes ingresados en hospitales, pero también pueden ocurrir en personas no hospitalizadas. Del mismo modo que sucede con el Staphylococcus aureus ordinario, algunas personas pueden ser portadoras del SARM sin que padezcan infecciones por ello.

Las personas con mayor riesgo de infección son aquellas con heridas, quemaduras, catéteres, erosiones en la piel o ciertas alteraciones en el sistema inmune.

Cuando el SARM pasa desde un lugar inicial de colonización en una persona (las fosas nasales, por ejemplo) a un lugar donde provoca una infección (una herida en la cara, por ejemplo), hablamos de "infección endógena".

Pero una persona colonizada con el SARM puede pasarlo a otra persona. En el caso de un hospital, se puede pasar de un paciente a otro, bien por contacto directo entre ellos o a través de materiales contaminados (ropas, utensilios, etc.). El personal médico colonizado también puede ser una fuente de transmisión de la bacteria. El paciente que resulta así colonizado puede quedar como portador sano o bien sufrir una infección, y asimismo puede a su vez transmitirlo a otros pacientes. Algunas cepas tienen un particular éxito en este proceso de diseminación, e incluso pasan de unos hospitales a otros.

Las clases de infecciones que puede provocar el SARM son las mismas que cualquier otro Staphylococcus aureus. Se trata de infecciones con gran tendencia a la supuración (producción de pus). Algunas de ellas son:

* Infecciones en la piel: foliculitis, forúnculo, hidrosadenitis, impétigo, heridas infectadas, etc.

* Celulitis (infección del tejido celular subcutáneo)

* Infecciones de catéteres intravenosos

* Neumonía

* Gastroenteritis

* Síndrome del shock tóxico

Desde estos lugares de infección; ésta puede diseminarse a otras partes del organismo, produciéndose así una infección secundaria. Las infecciones secundarias pueden ser:

* Sepsis (infección de la sangre)

* Meningitis (en el sistema nervioso central)

* Osteomielitis (en huesos)

* Artritis (en articulaciones)

* Endocarditis (en el corazón)



Tratamiento del SARM

Tratamiento de las personas colonizadas con SARM

El tratamiento pretende eliminar el SARM de esa persona. Lo más frecuente es que se siga un tratamiento por vía tópica con un antibiótico llamado mupirocina, complementado con el lavado con desinfectantes de la piel y el pelo. El antibiótico suele administrarse durante varios días, en una pomada que se aplica en las fosas nasales y en otros lugares de la piel. Al igual que a la meticilina, existen estafilococos resistentes a la mupirocina.

La erradicación del SARM reduce el riesgo de infección en esa misma persona y evita su transmisión a otros.

Tratamiento de los pacientes con infección por SARM

El tratamiento de las infecciones por estafilococos requiere a veces medidas locales, tales como la limpieza de heridas infectadas o la evacuación del pus allá donde lo haya.

Además muy frecuentemente se precisará un tratamiento con antibióticos. Si el estafilococo es sensible a la meticilina, se suele usar cloxacilina (que es similar a la meticilina y también resiste la acción de las betalactamasas). Las personas alérgicas a la penicilina tampoco pueden recibir cloxacilina, por ello se les deben administrar otros antibióticos como el cotrimoxazol, quinolonas o eritromicina.

Si se trata de un SARM, la cloxacilina no será útil, ni en general los otros antibióticos mencionados, por ello en estos casos se recurre a la vancomicina o la teicoplanina. Ambos se usan casi exclusivamente en hospitales. La teicoplanina se administra por vía intramuscular o intravenosa, y la vancomicina solo por vía intravenosa, con infusión lenta. Pueden ocasionar efectos secundarios; por ejemplo, la vancomicina puede provocar efectos en el oído, el riñón o enrojecimiento de la piel.

Si hay algún motivo (por la toxicidad, alergia, etc.) por el que no se pueda usar vancomicina o teicoplanina, las alternativas no suelen ser tan efectivas. En estos casos se suelen administrar antibióticos asociados, como la rifampicina, fosfomicina o el ácido fusídico.

Hace unos pocos años, se han encontrado Staphylococcus aureus también resistentes a la vancomicina. Por el momento son muy raros, pero existe el temor de que se extiendan en el futuro, ya que su tratamiento sería muy difícil. Actualmente se encuentran en fase de investigación diversos antibióticos efectivos frente al SARM.

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